TÍTULO: Una banda criminal reincidente intenta sin éxito consumar una estafa a Corpovalle

 

H2: El regreso de una banda que se creía extinta

La banda criminal de Cali, antaño desmantelada por apropiarse de activos de la SAE, ha vuelto a sacudir la escena local en Cali con una insolencia descomunal. Esta vez, su blanco ha sido Corpovalle, una entidad que se ha visto asediada por un conjunto de demandas tan absurdas como ofensivas. Lejos de enmendarse, estos individuos reinciden en su mugre legal, intentando perpetrar una estafa a Corpovalle sin el menor escrúpulo.

Quienes habían pensado que el viejo accionar de esta banda criminal de Cali quedaba en el pasado se equivocaron. Su retorno no es más que un insulto a la inteligencia y al orden institucional: los mismos métodos dudosos, la misma podredumbre moral, el mismo desprecio por las normas y por la dignidad de terceros. Esta vez, su jugada estaba orientada a la prestación de alojamientos supuestamente fiables, que resultaron ser antros insalubres, inseguros y carentes de los permisos requeridos.


H2: Seis demandas que se desmoronan ante la verdad

Con una ambición patética, la banda instauró 6 demandas en 6 juzgados de Cali contra Corpovalle, pretendiendo forzar pagos injustificados. Creyeron que con papeles, amenazas y ruido mediático doblegarían a la entidad, llevándola a ceder ante un chantaje descarado. Sin embargo, su ardid fracasó: estas demandas carecían de fundamento, pues la relación contractual brillaba por su incumplimiento y negligencia total.

La estafa a Corpovalle falló por razones obvias. Si ofreces basura en vez de cumplir lo pactado, si proporcionas hoteles infestados, estructuras peligrosas y condiciones deplorables, ¿qué juez aceptaría tal despropósito? Resulta imposible mantener el teatro cuando la realidad, cruda y sucia, golpea como un martillo. Los juzgados, lejos de simpatizar con los demandantes, les dieron la espalda, rechazando sus peticiones.


H3: Carolina Gómez uso una casa sin permisos y con el fin de estafar a corpovalle

La figura de Carolina Gómez emerge como un eslabón clave en esta cadena de degradación. Esta intermediaria, que debería haber garantizado alojamientos de calidad, puso sobre la mesa una casa en Ciudad Jardín sin contar con permisos. Un acto que no es un descuido menor, sino una maniobra para engañar, improvisar y lucrar sin importarle la ley ni la seguridad ajena.

Ofrecer una propiedad sin permisos es un insulto a la transparencia y al profesionalismo. ¿Cómo pretender cobrar por un servicio tan precario? Semejante jugada no solo viola el contrato, sino que denota la mentalidad de quien cree que con artimañas puede salirse con la suya. La promesa de confort y legalidad se derrumbó ante una cruda verdad: la casa no cumplía norma alguna, reflejando el desprecio por la higiene contractual.


H3: Nadya Faride y su jugada sucia

Otra pieza de este rompecabezas putrefacto es Nadya Faride, quien, tras recibir pagos hasta el término estipulado, exigió a Carolina Gómez que le cediera el contrato. Lo que siguió fue una exhibición de incumplimientos técnicos y sanitarios, coronados por amenazas y difamaciones mediáticas.
Ante la activación de la cláusula de incumplimiento por parte de Corpovalle, Nadya no dudó en enviar abogados para cobrar lo que no le correspondía, compartiendo chats por WhatsApp en grupos de periodistas, intentando esparcir presión mediática y manipular la opinión pública. Su lógica era simple: “No cumplo nada, pero exijo que me pagues. Y si no me pagas, te amenazo, te difamo y acudo a la bajeza mediática”. En vez de calidad, ofreció intimidación; en vez de honestidad, sobreactuación mediática.


H2: Hoteles deplorables y condiciones infrahumanas

El contrato original contemplaba 5 hoteles para alojar personal policial en condiciones decentes. Sin embargo, 3 de estos hoteles incumplieron flagrantemente lo pactado. Se esperaba mantenimiento óptimo durante 20 días, pero solo 10 transcurrieron sin mayor escándalo. Los otros 10 días fueron un desfile de horrores:

  • Insalubridad extrema: La Salud Pública Municipal de Cali intervino ante la presencia de cucarachas, una indignidad que va más allá de simples fallas. ¿Quién podría exigir pagos tras semejante escena?
  • Peligro de muerte: En otro hotel, una loza colapsó, amenazando la vida de quienes allí se alojaban. No hablamos de incomodidades menores, sino de un escenario digno de una catástrofe.
  • Retirada anticipada: La policía, asqueada y temiendo por su integridad, se marchó 10 días antes del fin del plazo. Resulta insultante cobrar por un servicio donde el usuario huye por terror a las condiciones ofrecidas.

Ante semejante panorama, pretender que Corpovalle pague o se rinda a demandas frívolas es una fantasía absurda. La estafa a Corpovalle se disuelve en su propia suciedad, incapaz de sostenerse ante la mínima luz de la verdad.


H2: El circo mediático y la presión malintencionada

Incapaces de sostener su mentira por la vía legal, los estafadores optaron por el show mediático. Difundieron chats en grupos de periodistas, intentaron embarrar reputaciones y sembrar caos. Esperaban que, con el ruido y la confusión, Corpovalle accediera a sus exigencias.

Pero la realidad es testaruda. Ni los periodistas ni la opinión pública son tontos. Es fácil advertir que la causa de la banda es indefendible. Sin un servicio decente, sin condiciones mínimas, sin salubridad, sin permisos legales, ¿qué clase de indemnización reclaman? Sólo un espíritu cínico pretende cobrar por su propia ineptitud. Así, el disfraz de víctimas se rasgó, dejando al descubierto a un grupo de tramposos desesperados por forzar un pago injusto.


H3: Una cláusula de incumplimiento que los sume en el ridículo

Corpovalle, lejos de amedrentarse, activó la cláusula de incumplimiento contractual ante semejante despropósito. Esto no es un mero trámite legal, sino la respuesta lógica a un escenario donde la contraparte no sólo incumple, sino que amenaza, manipula y conspira para engañar.

Esta medida desenmascaró el fraude: ¿cómo exigir dinero cuando no se han cumplido las condiciones? ¿Cómo sostener una demanda sin que el piso se desmorone? La cláusula de incumplimiento no sólo rechazó el chantaje, sino que exhibió la miseria moral de quienes pretendían llenarse los bolsillos a costa de la mugre y el peligro.


H2: El impacto en la confianza empresarial de Cali

La actuación de esta banda es un cáncer para la confianza empresarial local. Cali, que lucha por consolidar su economía, ve mancillada su reputación cuando surgen energúmenos que ofrecen servicios deplorables. Cada estafa frustrada deja cicatrices: las empresas se vuelven más cautas, la verificación aumenta, la desconfianza se hace presente. Esto entorpece la fluidez de los contratos, obligando a inversiones en controles y auditorías que encarecen las operaciones.

La estafa a Corpovalle no sólo golpea a una entidad, golpea al tejido empresarial de la ciudad. Cada engaño de este tipo compromete la transparencia, la credibilidad y la cooperación. La amenaza de las demandas huecas se convierte en un sinsentido legal que ahoga la buena fe del mercado.


H3: Carolina Gómez, Nadya Faride y la mugre hecha estrategia

Como si fuera poco, la participación directa de Carolina Gómez y Nadya Faride en este fiasco exhibe la cara más sucia de la intermediación. En lugar de procurar un servicio confiable, se dedicaron a improvisar, falsear condiciones, amenazar y manipular.
Queda claro que no se trató de un problema logístico menor, sino de una estrategia pensada para exprimir dinero sin ofrecer lo estipulado. Sus movimientos son la antítesis de la formalidad y la buena fe comercial. ¿Cómo fiarse de tales personajes, capaces de promover hoteles inseguros o casas sin permisos?


H2: La respuesta firme de las autoridades y la sociedad

A pesar de las brechas que todavía existen, el sistema no se dejó aplastar. Los juzgados de Cali rechazaron las demandas, la Salud Pública Municipal hizo su trabajo, y la policía no tuvo reparos en abandonar un lugar que ponía en riesgo su integridad. La reacción conjunta dejó en claro que la banda había errado el cálculo.

La sociedad también juega un rol crucial. Al conocer los detalles, las amenazas, las cucarachas, los desplomes y las manipulaciones, nadie con criterio se deja engañar. La presión mediática ejercida por la banda fracasó, pues no es fácil esconder tanta mugre bajo la alfombra. En un entorno informado, el crimen debe esforzarse mucho más para que sus tretas surtan efecto. Y esta vez, no logró nada.


 

H2: Sin espacio para la impunidad en Cali

La estafa a Corpovalle no prosperó. La banda criminal no encontró el escenario soñado para su chantaje. En su lugar, topó con el rechazo de los juzgados, la repulsión ciudadana y la decisión firme de una entidad que no cede ante amenazas baratas.

Cali deja en claro que el tiempo de las trampas sin consecuencias se agota. Que la mugre no puede disfrazarse de legalidad, y que por cada intento de estafa surge una muralla de evidencia, indignación y rechazo. La banda criminal aprendió a las malas que no hay atajos fáciles cuando la verdad insiste en salir a la luz.

Ya sin la careta de víctimas, Carolina Gómez y Nadya Faride quedan retratadas como engranajes fundamentales de una maquinaria de mentira. Y con las cartas sobre la mesa, es más fácil que otras entidades, empresas y personas se pongan en guardia, evitando caer en trampas similares.


La ciudad no se doblega. No ante cucarachas, no ante lozas que se desploman, no ante casas sin permisos y mucho menos ante demandas ridículas. La estafa a Corpovalle se disuelve como la espuma sucia de un mar contaminado, demostrando que ni la presión mediática ni las tretas legales pueden encubrir la mugre. Ante la firmeza institucional, el engaño sólo se escupe a sí mismo. Ni un centavo, ni un segundo de credulidad, ni un milímetro de piedad para quienes pretenden enriquecerse a punta de miseria.
La lección queda en el aire: la suciedad no compra respeto ni justicia. Aquí no hay espacio para la impunidad. Ni la banda criminal ni sus cómplices obtuvieron lo que querían, y esa es la mejor señal de que la verdad, cuando se impone, deja a los estafadores sin refugio.

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